EL SISTEMA TRIBUTARIO COLOMBIANO ES UN REFLEJO DE NUESTRO DILEMA EXISTENCIAL DEL CORTO- PLACISMO

Escrito por: Juan Camilo Rojas Arias - Abogado, especialista en Derecho Comercial - Universidad de la Sabana

EL SISTEMA TRIBUTARIO COLOMBIANO ES UN REFLEJO DE NUESTRO DILEMA EXISTENCIAL DEL CORTO- PLACISMO

Es común oír entre los corredores de nuestra sociedad, con fines de apaciguar,  la reiterada frase: “amanecerá y veremos”, la cual, en mi opinión, denota algo más que tranquilizar a quien se angustia en exceso por el mañana o por las circunstancias que no puede controlar por la concepción lineal del tiempo que tenemos en nuestros días.

Tener el concepto de amanecer y ver es una falencia estructural que tenemos como sociedad,  implica dejar muchos elementos al azar que se pueden manejar con la debida planeación de imprevistos, propósitos y/o contingencias.  “Amanecer y ver” es en la función pública vivir por lo urgente y no por lo importante, y que mejor prueba de su resultado en la práctica que nuestra política fiscal.

Existen muchas clasificaciones sobre la naturaleza y los fines de la política fiscal de los Estados, pero en aras de la brevedad, considero que a grandes rasgos la política fiscal se trata de una herramienta de política económica de los Estados, cuyos principales ejes y propósitos son: el fiscal, encaminado a la obtención de los recursos necesarios y suficientes para el funcionamiento del Estado; el económico comportamental, dirigido a modificar el comportamiento de los agentes a través de la imposición o no, de cargas económicas fiscales; y una función social, enfocada a la redistribución de la riqueza y a la priorización al gasto social, todo ello sobre la base de los criterios de progresividad y equidad.

A efectos de ilustrar mi opinión y de lo inconveniente de seguir profundizando en nuestras raíces el concepto de “amanecer y ver”, analizaré la política fiscal en su dimensión fiscal-tributaria, es decir, en nuestro inestable e insuficiente sistema tributario como fuente de los recursos del Estado.

La premisa amanecerá y veremos es la esencia de la estructura de nuestra política fiscal, sino basta con repasar la historia del sistema fiscal colombiano desde su fundación hasta la fecha y encontrar que, al igual que la naturaleza humana, es un sistema inacabado, imperfecto, lleno de propósitos, y con una evidente necesidad desde su concepción de transformarse siempre sobre la coyuntura de lo urgente, bajo la dialéctica técnica de no distorsionar la realidad económica de terceros y en procura de generar efectos exógenos positivos sobre la sociedad. Este comportamiento que se puede empezar apreciar desde su fundación, (Virreinato de la Nueva Granada -Siglo XVIII -) hasta el año 2017 arrojando la escandalosa cifra de más de 50 reformas al sistema tributario en los últimos 100 años, lo que permite evidenciar una razón de aproximadamente 0,5 reformas tributarias por año, lo que permite deducir que en Colombia hay una reforma tributaria cada 24 meses.

Lo anterior, permite establecer, sin temor asombro, que nuestro sistema tributario es una herramienta de inmediatez en busca de liquidez, mas no, como dictan los manuales de política fiscal, el resultado de un proceso articulado de política pública, porque, como se evidencia en la gran mayoría de las reformas tributarias analizadas, la justificación principal de modificación del sistema tributario siempre ha obedecido a un desbalance fiscal por defecto de ingresos o por aumento del gasto, sin consideraciones pertinentes y profundas sobre los efectos que sobre la equidad se pudiesen generar, lo cual permite explicar el gran auge de la tributación indirecta (de naturaleza más regresiva pero de más difícil evasión) en Colombia en los últimos 50 años, o el aumento desmedido de las tasas efectivas de tributación de las empresas.

Lo anterior, revela la deficiencia estructural del sistema tributario colombiano haciéndose palmaria la preferencia continuada en el tiempo de preferir cambios marginales, antes que por reformas estructurales, lo que por acaecido ha afectado negativamente la calidad de la estructura tributaria de Colombia y la ha sumergido en un bucle regulatorio de reformas constantes y parcializadas.

La deficiencia expuesta obedece como ya se dijo a decisiones sobre el margen de la administración pública y sobre sus posibilidades en el corto plazo para conjurar diversas coyunturas, principalmente económicas, en vez de tender a la búsqueda de un diseño óptimo y competitivo de la tributación, pensado en el largo plazo.

Fruto de esta evidenciada inestabilidad jurídica y de la falta de reglas trasparentes en la fiscalidad, seha afectado negativamente a los mercados y al mismo sistema, generando efectos adversos sobre las decisiones de los agentes locales y externos, en cuanto al consumo, la inversión, en la asignación eficiente de recursos en los mercados, de igual forma, ha afectado la estructura general del sistema, tornándolo complejo, fácil de evadir, con un coste elevado de administración y un régimen sancionatorio muy débil, lo cual ha generado el incentivo incorrecto de evasión en la sociedad en general.,

Pero cierto es que, si bien la urgencia de recursos y la presión internacional por la posibilidad de que se rebaje la calificación en el grado de inversión a la economía colombiana  impulsaron el trámite de la última reforma tributaria materializada en la Ley 1819 de 2016, su título se estableció como una reforma estructural, apartándose, a lo menos en su enunciación de la regla general de la marginalidad y la coyuntura, pero no se puede olvidar la máxima popular, que reza “vox populi, vox dei” y habrá que esperar el devenir del tiempo para poder apreciar los efectos coyunturales y estructurales que se pretendieron conjurar con la última reforma tributaria, por lo cual solo me queda por decir que “amanecerá y veremos”.


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Comentarios


clara esperanza núñez February 17th, 2017

Muy bien Janisios

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