LA IMPORTANCIA DE LEER

Escrito por: Elkin Fabián Sabogal

LA IMPORTANCIA DE LEER

     La lectura es una de las llaves que abren las puertas al conocimiento.  Es entrar y dar los primeros pasos a nuevos horizontes de experiencia que develan que tan grande y cuál es nuestra posición frente al saber.

     Su descubrimiento sorprende más cuando se adentra día a día en un libro.  Leer se convierte en un acto de rebeldía,  en un acto heroico y desinteresado. El que se arriesga a tomar un libro está dispuesto a liberar en cada una de sus páginas, reconocer diferentes códigos y signos, producir nuevos significados, enriquecer su imaginario y ampliar el lenguaje que lo configura como hombre social.  Es incalculable el valor cultural que unas líneas pueden dejar en el imaginario de un lector ya que pueden alterar su cosmovisión y además puede llegar a convertirse un hecho, un logos ontológico. 

     Llegar a consumir buenos libros, excelente literatura, es perjudicial para la ignorancia; es un acto de rebeldía y lo es porque no se puede ser indiferente ante la ignorancia de nuestra época y a los hechos oscuros que la acompañan.  Históricamente se ha mantenido al hombre alienado al conocimiento y apenas se le ha suministrado en pequeñas dosis suficientes para que pueda comprender cuál es su papel dentro del mundo que se ha configurado ajeno a su voluntad.  Y ¿cuál es el papel del hombre en la sociedad? la respuesta seguramente será muy diversa de acuerdo desde donde se fundamente.  

     Para llegar a una posible respuesta que satisfaga su deber ser en la sociedad, el individuo habrá recorrido un largo camino en la lectura de selecta literatura, poseerá una amplia bibliografía y además una habilidad argumentativa para justificar su posición frente a ella. 

     La lectura es responsable de que los lectores puedan tejer nuevas historias alrededor de otras, de comparar entre el mundo real y el mundo de las ideas; es responsable de nuestra concepción y construcción de sentido, cómo se nos da y como se es dado; en esencia, a mayor recepción literaria, mayor horizonte de experiencias. 

     Las experiencias también generan un diálogo necesario desde el sujeto en sí y desde el sujeto con el otro para la comprensión de las experiencias donde se fusionan los horizontes de los tres actantes que comprometen el proceso dialéctico de la comunicación literaria, el autor, la obra y el receptor.  Este proceso es natural cuando un individuo está comprometido con su proceso lector, cuando quiere ampliar su conocimiento y el alcance del mismo.

     Este continuo circulo estético entre el autor, la obra y el lector que posibilita la lectura, es una teoría literaria de la comunicación de los años setentas del teórico Hans Robert Jauss: “un proceso dialectico en donde el movimiento entre producción y recepción pasa siempre a través de la comunicación literaria” (Jauss, 1984) poniendo en evidencia que en el proceso de lectura o recepción, también llamado aisthesis, es de vital importancia para la creación y ampliación del lenguaje del receptor, en este caso del lector.  De ahí que le lector pueda otorgar nuevos sentidos a la obra, ampliar sus horizontes y realidad a través de sus prácticas literarias, por lo tanto se puede llegar a un dialogo interno que posibilite una mejor construcción del sujeto, uno que por medio de la curiosidad metafísica propia de aquellos que han emprendido el camino tener un amplio conocimiento a través de los libros, puedan desarrollar múltiples habilidades comunicativas y redescubrir cuál es su posición dentro de la sociedad.

     Los horizontes del ser se enriquecen a diario con las acciones que este realiza constantemente y de allí se desprende la experiencia.  Para Hegel, la experiencia de un individuo es el saber que tiene “la conciencia sobre algo del objeto” (citado por Valencia, 2009) de esta manera el conocimiento llega por la interacción del sujeto con su entorno y con él amplía su lenguaje. 

     En dicha relación comunicativa, el lenguaje posibilita entre otros, discursos sociales en el sujeto que facilitan la construcción de su realidad y comprensión de la misma.  El discurso como señala Molina (Calderón et. al., 2015) “es una praxis humana cognitiva y social compleja”, que vamos desarrollando desde la percepción y las experiencias del sujeto con el mundo y que en segunda instancia es mediado por el lenguaje  como transmisor de la experiencia humana. 

     La historia del hombre se manifiesta s­iempre por la acción del sujeto y su relación con el otro.  Este actuar es propio del individuo cuando quiere experimentar con lo que lo rodea.  Para Halliday, el hombre social se configura como tal en el entorno, influenciándolo y siendo influenciado por él mediante el lenguaje (Calderón et. al., 2015). 

     En esencia, mientras vamos creciendo, concebimos al otro, e interactuamos con el mundo que habitamos, el lenguaje desarrolla sistemas de signos, ideas y creencias que son conocidas como percepción directa (Calderón et. al., 2015).  Es decir mientras percibimos nuestro mundo, el sujeto realiza un dialogo interior que intermedia lo factico y lo real para constituir un sujeto pensante, un sujeto consiente y sensible.

     Dichas experiencias surgen en nuestro proceso dinámico con la obra, de conversar con ella, con el autor.  A este hecho lo denomino alteridad estética (Sabogal & Ortiz, 2016), pues si no existe este distanciamiento, seguramente el texto pasara sin pena ni gloria a ser uno más del montón: el sujeto es quién otorga sentido a la obra y a su mundo.  

     La construcción de sujeto se va configurando como se puede observar a partir de las experiencias de mundo que experimentamos a lo largo de nuestra vida, es un constante dialogo interno de múltiples discursos externos.  Es  importante que esos discursos sean orientados con experiencias éticas y estéticas a fin que potencialicen seres mucho más sensibles con el otro, que los valores éticos se conviertan en los pilares del ser, y que las artes sean las que los transversalicen, en otras palabras mejores ciudadanos para esta sociedad.   

     Existe otra categoría que podemos encontrar en la génesis de la construcción del sujeto desde el actuar ético y estético permanente, y este hace referencia a que el individuo puede a través de experiencias estéticas, como lectura de libros, encontrar no solo la alteridad estética entre el sujeto, el autor y la obra sino que también otra categoría ética en la constitución del ser, la sensibilidad ética.  Esta se evidencia:

[…] cuando en el otro entiende mí posición frente él, cuando la mirada es una sola sin perderse en el otro y cuando la estética reflejada en la literatura, permite desarrollar valores y experiencias sensibles donde se liberan procesos de reconocimiento, identificación, resignificación del otro éticamente (Sabogal & Ortiz, 2016).

     Nuestra educación como está planteada en el papel, parece ser una colcha de retazos que corresponden a las buenas ideas de países desarrollados. Es por eso que también asimilamos visiones globalizadoras del conocimiento y este es reinterpretado por el mercantilismo con la palabra competencia y por eso el sector empresarial exige menos conocimientos en las ciencias humanas y si más conocimientos en saberes instrumentales y competencias flexibles. (Sabogal & Ortiz, 2016).

     En la actualidad el sujeto que se ha configurado ha sido potenciado a partir de la competitividad, influencia que ha recibido del sistema imperante en gran parte de la sociedad, el capitalismo neoliberal.  Aparentemente la competitividad se convirtió en la palabra mágica del neoliberalismo globalizado y este ha entronizado al dinero y a varios antivalores, tales como la codicia, la envidia, la avaricia, el egoísmo y muchos otros, como los gregarios del poder social que mantienen el status quo de este mundo oscuro y sumido en lo absurdo de sus hechos y acciones cotidianas de las personas que lo habitan.  Simples acciones de la vida diaria como sumar, restar, multiplicar, despejar una X, memorizar fechas de eventos  y personajes históricos, calcular ganancias y pérdidas de una empresa, repetir mecánicamente datos y más datos, se ha convertido el paradigma escolar de estos años y el maestro siempre se pregunta ¿dónde queda producir conocimiento en la escuela? ¿Son necesarios tantos memorizar tantos datos hoy día en la era de la sociedad liquida de Bauman, o en la sociedad de lo efímero de Lipovetsky? Sin lugar a dudas nos asaltan muchas preguntas, pero lo que sí es seguro es que en los libros se encontraran las respuestas, al menos parte de ellas.

     Es necesario reconocer que en la educación Latinoamérica se debe inculcar valores en los discursos que contribuyan a la construcción de sujeto para mitigar la creciente violencia de nuestro país, detener ese silencioso genocidio educativo y formar mejores ciudadanos y justificar la importancia y pertinencia de  promover las experiencias éticas y estéticas que buscan potenciar sujetos muchos más éticos para la sociedad.    

 


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Comentarios


Juan Camilo Ballesteros Sierra March 23rd, 2020

Increíble artículo! Realmente lo disfruté y me recordó porque me apasiona ampliar mis conocimiento mediante la lecutra.. En realidad, hace tiempo me sentía perdido, pero este tipo de artículos y específicamente un metodo de lectura que me enseño mi amigo Gabriel Blanco(record mundial de lectura), me ayudaron a descubrir cómo ganar dinero por Internet, ampliar mis conocimientos y vivir el estilo de vida que deseaba. Para los que también se sientan perdidos, pueden ver el entrenamiento gratuito aquí, espero que ayude a alguien >> https://bit.ly/Desatatupotencial_leyendo

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