CADA PUEBLO O NACI

Por: Abdón Sánchez

CADA PUEBLO O NACI

La famosa frase acuñada por el francés Joseph de Maistre,  quien vivió durante la mitad del siglo XVI y principios del XVII, hoy más que nunca sigue vigente.  Si analizamos el sentido de la frase, encontraremos una explicación muy sencilla de su origen: el gobernante, provenga de las élites o del pueblo raso, una vez en el poder, actuará en forma muy similar a como lo harían sus coterráneos, guiado por la cultura en que creció, los valores que sus padres le enseñaron con el ejemplo y obviamente también los antivalores, que son aprendidos consciente e inconscientemente.

 

Así como aquel proverbio que dice “No se le puede pedir Peras al olmo”, es poco probable que una sociedad determinada, pueda tener un gobernante que difiera en forma significativa, respecto de los valores y antivalores promedio de sus habitantes. Si tenemos la convicción que vivimos en una sociedad sana, donde la mayoría de los individuos tienen comportamientos  ejemplares, cumplen con la ley, y además obran con ética, transparencia, honradez, disciplina, respecto por los demás y altruismo, existe una alta probabilidad de que sus gobernantes, provenientes de esta misma sociedad, compartan estos valores.

 

Pensemos un poco en nuestro país y su gente, sus valores y sus antivalores y enumeremos algunos que nos identifican.

 

  1. Algunos de nuestros valores y hábitos positivos.

 

Aunque no lo creamos, estos valores los encontramos con mucha frecuencia entre nuestra sociedad:

 

 

Valores y hábitos positivos

¿Qué lo convierte en valor?

Honradez , transparencia.

Es un valor sumamente importante en una sociedad civilizada, ya que al  convertirse en factor común, la seguridad, la eficiencia del estado y la calidad de vida mejoran ostensiblemente.

Disciplina.

Ciudadanos disciplinados, pueden lograr muchas más cosas en conjunto e individualmente respecto a ciudadanos holgazanes. Por ejemplo: somos puntuales porque apreciamos nuestro tiempo igual que el de los demás.

Generosidad, Altruismo y solidaridad.

No estamos hablando de dinero, estamos hablando de ciudadanos que están dispuestos a sacrificar su tiempo, o su comodidad personal o familiar para ayudar a un vecino o incluso a un desconocido que realmente lo necesita. Busca el beneficio común, tanto como el personal.

Lector consagrado, ávido de conocimiento.

Aprovecha su tiempo libre, leyendo, y adquiriendo nuevos conocimientos que le ayuden a entender el mundo y disfrutarlo.

Valida toda la información que recibe.

No cree lo primero que ve, lee o escucha; siempre valida la información que recibe sin importar la fuente.

Quiere ser mejor ser humano.

No quiere ser reconocido por sus riquezas o posesiones materiales, sino por ser un ciudadano que contribuye positivamente a la sociedad.

No todo es válido, si afecta a otros.

Para estos ciudadanos, la ética juega un papel muy importante, ya que no solamente basta que no se esté violando la ley, también es importante que las acciones que ellos realizan estén guiadas por la ética.

La palabra tiene el mismo valor que un contrato.

Al poseer los anteriores valores, los contratos escritos, para ellos, tienen el mismo valor que los verbales.

Valoramos decir la verdad

Son ciudadanos en los que se puede confiar, y por tanto son queridos y apreciados por la sociedad.

 

 

 

  1. Algunos de nuestros antivalores y hábitos negativos.

 

Este es el ejercicio poco grato, de identificar y reconocer nuestros propios defectos. Desafortunadamente, pareciera que nuestra sociedad colombiana estuviera dominada, cada día más, por los antivalores:

 

Antivalores y hábitos negativos

¿Por qué somos así?

Creyentes en un Dios que siempre nos perdona, sin importar que con nuestras acciones afectemos a otros.

Creemos en un Dios misericordioso que perdona todos nuestros pecados, por más graves que éstos sean. Por tal razón pensamos que podemos robar, matar, mentir, si se tiene una buena razón para hacerlo (siempre tenemos alguna buena justificación, somos expertos en ellas). Se pide perdón, y así se repite el ciclo indefinidamente.

Utilizar el camino fácil.

Hoy el promedio de edad del colombiano es 28 años, entonces priman los valores inculcados a la población entre 1990 y 2005, cuando florecieron los estereotipos de narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares que se convirtieron en ricos, habiendo nacido pobres, y exhibieron poder y en muchos casos suscitaron admiración.

Creemos en información no validada.

La impaciencia, domina nuestras acciones, por tanto preferimos no buscar más fuentes para validar la información que vemos o escuchamos.

Odiamos leer.

No poseemos el habito de la lectura, ya que nuestro entorno familiar no lo tiene, por tanto los conocimientos generales acerca del mundo, la cultura y la sociedad son escasos y nuestro conocimiento proviene casi exclusivamente de la televisión y la radio.

Nuestra palabra no tiene valor.

Es necesario hacer contratos escritos para todo. Tan solo un 20% de la gente confía en su prójimo.

No confiamos en las instituciones.

Con justa razón, debido a la mala administración del estado durante muchos años, lo cual nos ha hecho desconfiados permanentes del sistema de justicia, el congreso, el gobierno, etc.

No consideramos el trabajo duro como un valor.

Admiramos más a la gente que se ha ganado un baloto o la lotería, a alguien que ha sido exitoso trabajando y ha logrado ganar una fortuna, a quien generalmente tildamos de ambicioso.

Queremos ser los primeros en todo, pero sin hacer sacrificios.

Estamos dispuesto a hacer lo que sea para lograrlo, sin importar las personas que afectemos en el proceso, pero eso sí, trabajando menos que el promedio de ciudadanos.

Somos  individualistas y egoístas.

Vemos las normas como un obstáculo para nuestro éxito. Estamos dispuesto a violarlas, si creemos que no vamos a ser atrapados en el proceso. La envidia nos incita a ponerle el palo en la rueda al vecino,  al amigo, o al compañero de trabajo, para que no se nos adelante mucho en la carrera.

El fin justifica los medios.

No importa como lo hagamos, y a quién afectemos, lo importante es alcanzar el éxito: tener el mejor carro, la mejor casa y presumir de ellos con la familia y los amigos.

No nos gusta estudiar, menos matemáticas y ciencias. Somos indisciplinados.

La indisciplina está ligada con la falta de preparación académica, alimentado por un sistema de enseñanza anacrónico que no atrae estudiantes, más bien los ahuyenta.  Profesores sin vocación, con frecuencia logran que sus estudiantes odien las matemáticas y las ciencias básicas, las cuales son la base de nuestra civilización moderna.

Decir mentiras es más fácil que decir la verdad.

Crecimos en medio de una sociedad donde las mentiras son utilizadas con frecuencia para justificar nuestras faltas,  leves o graves, eso no importa. Por esa razón surgió aquel calificativo de “Mentiras piadosas”, para aquellas mentiras que aparentemente no hacen daño.

 

Se acerca un evento muy importante para los colombianos: la elección de Presidente de la República y miembros del congreso.  Nuestro deber como ciudadanos es votar y elegir los mejores individuos de nuestra sociedad, para que conduzcan nuestro país por los senderos del progreso, ya que sin duda son muchos los aspectos que requieren ser mejorados o corregidos en nuestro país,  tal como lo expuse en la editorial: “Plan de Acción para mejorar”, en nuestra edición del mes de noviembre de 2017: https://www.notinetlegal.com/uploads/posts/371784920.pdf

 

Elegir acertadamente es uno de los deberes más importantes en nuestras vidas, ya que de esto depende en buena parte nuestro futuro y el de nuestros hijos. Al gobierno elegido le corresponde nada más ni nada menos que propiciar un ambiente positivo para el crecimiento empresarial, incrementar la oferta de empleo, fortalecer y mejorar el sistema de educación, justicia, salud y transporte, entre otros,  y en general mejorar la calidad de vida de todos los colombianos.

 

Tenemos la obligación de elegir un Presidente que tenga la capacidad de llevar a feliz término los retos ya mencionados. Dicho ciudadano, enarbolado por encima de los demás para dirigir un país,  lógicamente debe tener todos los valores ya mencionados con énfasis en los siguientes: Generosidad, altruismo, solidaridad,  honradez y que siempre diga la verdad. Para cumplir con estos requisitos, no se requiere que el candidato provenga de un sector especifico, ya que ninguno de las clases sociales, llámese estrato bajo, clase media, empresarial o élites, es inmune al contagio de los antivalores ya mencionados.

 

Debemos tener cuidado de no caer en manos de candidatos populistas,  que se visten con piel de cordero, pero que en el fondo son egoístas, ególatras embriagados de poder, que pretenden convertir a nuestro país en su reino, tal como lo han hecho sin interrupción los Castro en Cuba por 59 años, Chávez y ahora Maduro en Venezuela durante 20 años, y Kim Jong-un y su familia en Corea del Norte durante los últimos 70 años, a costa del sufrimiento de sus compatriotas, a quienes en la práctica consideran sus súbditos que le deben obediencia, sacrificando sus libertades a cambio de una vida de reyes, para ellos por supuesto, quebrantando el más valioso de los valores de un líder que representa a su pueblo: generosidad, altruismo y solidaridad.

 

Estos candidatos, disfrazados de socialistas democráticos, una vez en el poder, no lo dejarán, cueste lo que cueste, ya que aplicaran todas las estrategias de “El Príncipe” de Maquiavelo, su libro de cabecera, para permanecer en el, sin importar cuanto tengan que mentir, manipular o asesinar, es decir, algo así como viajar en el tiempo hacia épocas ya superadas, la de los emperadores y reyes, ahora con el ignominioso título de dictadores. Si les parece ciencia ficción o una exageración lo que acaba de leer, entonces fije su atención en nuestros vecinos venezolanos y cubanos y conozca su historia, de dónde vienen y cómo están hoy; entonces comprobará que no estamos muy lejos de repetir su camino de sufrimiento. Para evitarlo hay que votar en forma inteligente y acertada, fijándonos cuidadosamente en los valores y antivalores de sus candidatos, más que en sus  palabras, preferiblemente en las acciones que han ejecutado durante su vida pública y privada, las cuales hablan por ellos con la franqueza que seguramente ellos nunca mostraran en público.

(Ver Pdf Full)

 

 Abdón Sánchez Castillo

Gerente Notinet.
Master of Business Administration (MBA)
Administración y gestión de empresas, de la Universidad de los Andes.
 

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