COLOMBIA Y SU ARQUITECTURA: PASA DE UN ORIGEN CAMPESINO Y RURAL AL MODERNISMO
COLOMBIA Y SU ARQUITECTURA: PASA DE UN ORIGEN CAMPESINO Y RURAL AL MODERNISMO
Por: LIDYA MABEL CASTILLO SANABRIA, Doctoranda en Ciudad Territorio y Planificación Sostenible (URV) España, Máster en Antropología Urbana (URV) España, Abogada Universidad de la Sabana (Colombia)".
La arquitectura en Colombia: la vivienda campesina, se asocia con las construcciones vernáculas que caracterizan a los asentamientos rurales, es decir, casas fabricadas con materiales obtenidos localmente como el bahareque y la guadua, techos de paja y, en algunas ocasiones, estructuras rudimentarias e inseguras. Esta historia, se vincula con los esfuerzos del Estado colombiano para transformar de modo sustancial el ambiente construido en ciertas áreas rurales, a través de una campaña de vivienda campesina que remplazaría esas estructuras rudimentarias, frágiles e inadecuadas con casas construidas técnicamente. Todo empieza con una campaña por el mejoramiento de la vivienda rural a cargo del Instituto de Crédito Territorial (ICT), la agencia de crédito y construcción de vivienda social del Estado, creada en 1939.
Los modernizadores entendían que el país en ese entonces era en su mayoría agrario y que la más importante fuente de riqueza era la producción cafetera —en últimas, la caficultura había transformado al país durante las primeras décadas del siglo XX—. Por lo tanto, durante los años treinta, modernizar no significaba (aún) urbanizar e industrializar. En Colombia, de acuerdo con los modernizadores, la ruptura sustancial con el pasado no se realizaría mediante la expansión de la industria y la proletarización de los campesinos en las ciudades; el país rompería con el pasado estableciendo la presencia del Estado nacional en zonas rurales donde estaba ausente y transformando condiciones como la pobreza, el analfabetismo o la insalubridad, las cuales a lo largo de su historia habían impedido la materialización del sujeto nacional ideal: el mediano, próspero, mestizo, propietario rural. Para ello era necesario solucionar los conflictos sociales sobre la tierra que se vivían en varias regiones del país, anclando la población rural al campo, promoviendo la economía agraria y consolidando una dinámica clase campesina.
La idea de que una sociedad predominantemente rural podía ser moderna cuestiona las narrativas tradicionales sobre la modernización y lo moderno en Latinoamérica. Con frecuencia se asume que los latinoamericanos adoptaban acríticamente las ideas sobre modernidad que provenían de Europa y de Estados Unidos, sin considerar las condiciones reales de las sociedades en las cuales esas ideas se materializarían. Esto no significa que los colombianos pensaran en la modernización en desconexión con el resto del mundo.
Del mismo modo, que en los años treinta el campo fuera el motor de la modernización en Colombia no indicaba que la urbanización y la situación social en las ciudades no generaran preocupación y que los gobiernos municipales y sus élites no intervinieran en la realidad urbana. En últimas, fue en respuesta a la necesidad de procurar el embellecimiento de Bogotá y regular su crecimiento que los liberales contrataron a Karl Brunner —un europeo— como director del Departamento de Urbanismo de la municipalidad, a finales de 1933. Sin embargo, con la creación del ICT como una agencia de crédito y construcción de vivienda rural, el Estado colombiano introdujo el asunto de la construcción de vivienda como una estrategia nacional de modernización a través de la planeación rural, no urbana.
En Colombia, a diferencia de otros países, la colonización de tierras condujo, en ciertas regiones, a la formación de un campesinado nativo, mestizo e independiente, el cual impulsó el capitalismo agrario de finales de siglo. En especial, dicho productor rural independiente fue el eje de la mayor expansión económica que el país había experimentado hasta entonces: el auge cafetero. El proyecto modernizador de la República Liberal buscaba reproducir el modelo ideal del pequeño propietario cafetero (un campesino independiente, mestizo y próspero) de las montañas occidentales del país, desconociendo la enorme diversidad social y espacial del campo colombiano. La ruptura con el proyecto decimonónico consistía en reconocer las consecuencias negativas del capitalismo agrario, corregir las falencias estatales y fortalecer al sujeto campesino. En este contexto, la vivienda campesina se convirtió en una herramienta central del desarrollismo impulsado durante la República Liberal.
Las propuestas de los arquitectos sobre estrategias para transformar el campo colombiano en el corazón de un país “moderno” comenzaron a mediados de la década de 1930. Una de estas se plasmó en Arquitectura aldeana y rural, una cartilla de construcciones rurales elaborada por el arquitecto antioqueño Gonzalo Restrepo Álvarez, en 1935. El principal objetivo de la cartilla era educar: propagar entre constructores artesanales, propietarios y trabajadores rurales nociones fundamentales sobre materiales, estructuras y técnicas de construcción. Para este fin, Restrepo Álvarez elaboró una cartilla sencilla e ilustrativa con indicaciones sobre cómo escoger el mejor suelo, preparar el terreno para sentar las bases de la construcción, levantar la estructura y seleccionar materiales.
La cartilla de construcciones rurales sugiere que una de esas formas de intervención era la planeación espacial en zonas de conflicto y donde se estaban realizando programas de colonización y parcelación de tierras. La cartilla incluía un plano para la Colonia Agrícola de Sumapaz, un proyecto de colonización y parcelación de tierras del Estado, creado en 1929, en la región comprendida entre los municipios de Icononzo y Cunday (Tolima) y Pandi (Cundinamarca), lo que sugiere la promulgación por las viviendas cooperativas desde dichos tiempos, específicamente a favor de asociaciones de agricultores, ligas o lonjas dedicadas al sector agrícola campesino.
Las nociones de planeación derivadas de la “ciudad jardín”, planteadas inicialmente por Ebenezer Howard, como una estrategia para reducir las graves tensiones sociales que se vivían en las ciudades inglesas, consecuencia de la industrialización y urbanización aceleradas de finales del siglo XIX. La estrategia para desacelerar el crecimiento urbano consistía en que la población se reubicara en pequeñas comunidades semiurbanas y prácticamente autosuficientes donde, a través de la planeación y administración científica, se encontraría un balance entre, por un lado, el beneficio comunitario y la iniciativa individual y, por el otro, las vidas urbana y rural.
Los arquitectos colombianos, al igual que Howard, consideraban que la planeación a través de estas aldeas jardín podía contribuir a la solución del conflicto social (rural, en el caso colombiano) y, por lo tanto, el proyecto de la Colonia Agrícola del Sumapaz tenía una connotación eminentemente política. Construir viviendas en el campo, era una estrategia fundamental para solucionar el conflicto rural, ya que ello permitiría que los campesinos se mantuvieran en sus tierras y evitaría olas de migración hacia las ciudades, como lo preveía el modelo de la ciudad jardín. De hecho, la construcción de vivienda rural había sido discutida y utilizada como una política de planeación en programas de rehabilitación y modernización rural en Europa después de la Primera Guerra Mundial. Influidos, en parte, por la ciudad jardín, los modernizadores europeos habían implementado programas de colonización y de reorganización de la población rural en varios países con el fin de mejorar la situación social y económica de los campesinos.
La modernización rural, al final, estuvo ligada con la función del Instituto de Crédito Territorial ICYT, el cual experimentó de muchas maneras con la construcción de vivienda de bajo costo. Uno de los más importantes, por supuesto, era el aspecto financiero: el instituto diseñó varias estrategias de manera que los préstamos que otorgaba favorecieran a los campesinos más necesitados, principalmente aquellos que no tenían títulos formales sobre sus tierras. Adicionalmente, la necesidad de estandarizar diseños, técnicas de construcción y materiales, con el fin de reducir costos y simplificar procedimientos en obra, llevaron a que el instituto publicara una cartilla de construcciones rurales. La Cartilla de construcciones rurales era una guía técnica, con tablas y fórmulas sobre combinaciones, proporciones y métodos constructivos. Es prudente advertir entonces que la historia del periodo dorado de la vivienda social urbana y de las grandes urbanizaciones financiadas por el Estado empezó en el campo.
Comentarios
Artículo sin comentarios