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EL EFECTO DOMINÓ EN LA ENTREGA DE MEDICAMENTOS: CRISIS ANUNCIADA DEL SISTEMA DE SALUD COLOMBIANO
Editorial
EL EFECTO DOMINÓ EN LA ENTREGA DE MEDICAMENTOS: CRISIS ANUNCIADA DEL SISTEMA DE SALUD COLOMBIANO
EL EFECTO DOMINÓ EN LA ENTREGA DE MEDICAMENTOS: CRISIS ANUNCIADA DEL SISTEMA DE SALUD COLOMBIANO
Por: Ing. Abdón Sánchez Castillo -Master of Business Administration (MBA) Universidad de los Andes.
Una ventaja innegable que se adquiere con el pasar de los años es haber vivido —y sobrevivido— a crisis mundiales, nacionales, regionales e incluso personales. En mi caso, he aprendido una lección simple pero real: cuando el dinero escasea, desaparecen los amigos, florecen los enemigos y los problemas crecen exponencialmente, hasta que llega el momento en que ya nada funciona. El detonante inicial de toda crisis es siempre el mismo: la pérdida de confianza de los actores en el sistema que los sostiene.
En mi opinión, eso es exactamente lo que está ocurriendo hoy en el sistema de salud colombiano, crisis que se ha vuelto evidente con la escasez generalizada de medicamentos para los afiliados a las EPS.
Estamos en el peor escenario posible. Por un lado, el Gobierno Nacional, enfocado en cambiar radicalmente el modelo actual hacia uno estatizado, utiliza la crisis como herramienta de presión para lograr la aprobación de su reforma en el Congreso. Por otro lado, las EPS, los dispensarios y las IPS luchan por sobrevivir, tratando —quizás sin éxito— de impedir que se concrete un cambio que los convertiría en actores secundarios, gestionando recursos escasos y bajo la mirada controladora del Estado.
En medio de este huracán estamos nosotros, los pacientes y usuarios, inermes y sin esperanza. A diferencia de las películas, aquí no parece haber héroes que acudan al rescate.
Los dispensarios, responsables de proveer medicamentos a las EPS, tradicionalmente acostumbrados a manejar la morosidad de estas entidades, han perdido la confianza en el sistema. Como resultado, han comenzado a restringir la entrega de medicamentos, empezando por los más costosos —destinados a enfermedades huérfanas— y extendiéndose rápidamente a casi todos los medicamentos, nacionales e importados.
Y como en todo río revuelto, en esta crisis también hay ganadores: la distorsión de precios en el mercado de medicamentos es una realidad que, sin duda, algunos actores están aprovechando.
No parece que el verdadero problema sea el acaparamiento de medicamentos, como se ha insinuado desde el Gobierno. El verdadero detonante ha sido la insuficiencia de la Unidad de Pago por Capitación (UPC), reconocida incluso por la Corte Constitucional, que ha generado el actual desfinanciamiento del sistema. Esto, a su vez, ha producido un efecto dominó que ha afectado cada eslabón de la cadena de servicios de salud, incluidos los dispensarios, que hasta hace poco funcionaban de manera aceptable.
Tampoco parece haber un interés real, ni por parte del Gobierno ni de las empresas que manejan los dispensarios, en mejorar el proceso de entrega de medicamentos. El Gobierno, atrapado en un contexto de crisis fiscal —con un déficit del 6,8% del PIB en 2024, equivalente a 90,8 billones de pesos—, parece considerar que la crisis le es funcional como presión política. Mientras tanto, las empresas de dispensación, atrapadas por las altísimas carteras vencidas y el riesgo de liquidaciones de EPS, carecen de la liquidez necesaria para operar adecuadamente.
¿Quién puede mantener un negocio cuando no le pagan? Esa es la pregunta que resume la lógica de los dispensarios hoy.
Así, el sistema de salud colombiano, que alguna vez fue ejemplo en la región, vive hoy su propia caída en efecto dominó. Y nosotros, los usuarios, seguimos esperando un héroe que no parece llegar.
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