El Empresario y el Contador: Juntos en las buenas y en las malas aún más.

Opinión

El Empresario y el Contador: Juntos en las buenas y en las malas aún más.

El Empresario y el Contador: Juntos en las buenas y en las malas aún más.

 

Juan Pablo Merchán Díaz

Contador público

Especialista en gerencia del talento humano

Editor especialista tributario y contable

Correo: juan. merchan@notinet,com.co

 

Está bien que las personas estemos (me incluyo) indignadas con las personas que rigen los destinos del país, sobre todo por todos los escándalos que ha habido de unos 20 años hacia acá, en materia de contratación estatal, en materia fiscal, y en materia de infraestructura. Y hablaré en primera persona a lo largo de estas líneas. ¡SI! También me encuentro molesto por la forma en la que se ha manejado esta situación en el país. Pero en ningún momento estaré de acuerdo con que tomar una piedra y romper un mobiliario urbano va a hacer sentir mi voz de protesta.

Primero que todo cuando un vándalo destruye un bien de naturaleza pública, hay que destinar dineros públicos para reparar dichos bienes, sin que este se haya percatado por ningún lado, que, para lo anterior, se tuvo que hacer una afectación presupuestal que seguramente le quitó recursos a algunos dineros que se podrían haber destinado para las ayudas sociales que los mismos vándalos exigen. Hacer estos traslados presupuestales afecta únicamente el destino de los recursos, sino el presupuesto de las entidades y no es justo.

 

He escuchado expresiones como “a ellos les llega mucha plata y se la roban”. No es posible señalar que es absolutamente cierto lo anterior. Pues recordemos que existen las rendiciones de cuentas y que todos los funcionarios que tengan a su disposición el manejo de recursos públicos deben realizarla. Existen entidades como la Contraloría que vigila dicha gestión; y la Auditoría que es la que vigila la gestión de esta última.

 

Y es cierto: A pesar de lo anterior, hay actos rampantes de corrupción en los que no les da vergüenza robarse hasta los recursos destinados a la alimentación de los niños (los Planes de Alimentación Escolar). NO importa la corriente política de la que venga; desde izquierda (Samuel Moreno exalcalde de Bogotá y Transmilenio por la Calle 26, junto con los Hermanos Nule y condenados por el carrusel de la contratación); o desde derecha (Aída Merlano por la compra de votos y que se encuentra prófuga de la justicia, aunque al parecer no incluyó pérdida de recursos públicos, si deja mucho qué pensar sobre la ética de las personas que hacen nuestras leyes).

 

Estos son detalles que uno entiende y es molesto; pero destruir un bien no soluciona absolutamente nada. Ahora imagínense que lo que destruyen es la ferretería de un barrio que le da empleo a 5 familias y que fue atacada. Qué impotencia de todos ellos ver su fuente de ingresos destruida por unas personas que no tienen idea de las afectaciones tan terribles que hacen.

 

Ahora, al representante legal (o el dueño) de la ferretería: Ni la DIAN, ni los bancos, ni sus acreedores le van a dar espera porque su fuente de ingresos se vio destruida por unos inadaptados (o puede que sí, pero tiene que demostrar el caso fortuito y la fuerza mayor). Y no: NO se trata de falta de empatía del gobierno o de los deudores, porque ellos no son los responsables del daño caudado. Eso es responsabilidad de todos los que destruyen; vándalos que al parecer y según dicen, son gente que se encuentra pagada para que ataquen como si fueran perros salvajes.

 

Sencillamente los empresarios tienen que conseguir el dinero para cumplir con sus obligaciones constitucionales con el Estado, financieras y laborales. Cosa que tampoco piensan los vándalos. Y muy probablemente no tenga una póliza de seguro que le cubra las afectaciones causadas; pues en Colombia tampoco está muy avanzada la cultura de los seguros, y solamente compramos seguros cuando estos son obligatorios (un ejemplo el SOAT).

 

Ahora, imagínense por un momento los camioneros que llevan los insumos y productos finales de un lado para otro abasteciendo tanto la cadena de producción, como la cadena de consumo…Y si seguimos, no me alcanzaría ni las palabras ni el tiempo para describir todo este horror que nos tocará vivir.

 

En ese sentido, veamos qué es lo que sucede con el empresario; al que resulta afectado día a día por la ausencia de insumos para la fabricación de sus bienes. Alimentos, materias primas, se pierden en todos los bloqueos; que se repetirá hasta el cansancio: Son producto del descontento general con el Ejecutivo.

 

Sin los insumos para la producción, simplemente, no pueden hacer nada y sí, están expuestos a pérdidas económicas; esto en la parte financiera. Ahora, en la parte contable de la empresa, pasa exactamente lo mismo. NO hay muchos insumos para trabajar, pues el área debe decantarse por adelantar aquellas cuentas que no generen movimientos de efectivo (cálculo de depreciaciones, amortizaciones), ajustes (conciliaciones bancarias y de cuentas por cobrar y por pagar), aunque sin dinero y aunque cada día que pasa los números se ponen negativos o con saldos en rojo, hay que seguir presentando las distintas declaraciones tributarias; pues a pesar de las facilidades otorgadas por las autoridades; estas se hicieron pensando en la Pandemia ocasionada por el COVID 19, pero no para una situación de paro como la actual. Además, es un deber constitucional, como se ha resaltado en muchas ocasiones.

 

Y sin contar con las actuaciones de los revisores fiscales en cuanto a las visitas que deben realizar a sus clientes, o a las bodegas donde estos guardan su inventario; pues este último debe realizar los respectivos reportes como evidencia de que sí está manejándose la contabilidad de acuerdo con estándares internacionales. Y hablando de lo último, también tienen un trabajo largo al adaptarlos; no solo al entorno colombiano, sino al entorno que ha dejado de manera temporal la pandemia.

 

Y lo peor es que hasta los mismos vándalos resultan afectados por las acciones que ellos mismo producen y entiendo que tal vez no tengan oportunidades, como es lo que se les escucha decir. Muchos no hemos tenido grandes oportunidades en la vida, pero no vamos echándole la culpa al gobierno de nuestro mal sino (o destino), sino despertándonos día a día por luchar no solo por nuestros sueños, sino por nuestra supervivencia.

 

Corrupción: Efectivamente, es nuestro mal. Endémico de la raza humana y en cantidades enormes. Pero obviamente, la corrupción nos atañe a absolutamente todos. Y yo soy de los más grandes críticos. Si una persona no trabaja bajo ciertos estándares éticos, simplemente no se puede esperar que este flagelo termine algún día. Es difícil, pero hay que hacer el intento.

 

Corrupción es la piedra angular de toda esta situación. Es claro, pero no aceptable que paguen justos por pecadores mediante actos vandálicos en los que salimos afectados todos. Todos los ojos están puestos sobre nosotros. Y son TODOS. Ya cualquier actuación puede verse en cualquier parte del mundo y aún no somos conscientes de ello.

 

Tal vez suene polémico lo que dijo un expresidente hace algo más de 40 años (Julio César Turbay Ayala), que “la corrupción debe llevarse a sus justas proporciones”. Como se dijo precedentemente, la corrupción es inherente al ser humano; pues está muy arraigada a todos los habitantes del planeta. Pero el cómo es que vamos a llevar la corrupción a sus justas proporciones es un tema que no se podrá abordar en este escrito. Es un tema que debe tener mucho consenso y discusión (sin agresiones), en todos los estamentos de la sociedad; y que no solamente se quede en ríos de tinta, sino que se lleve a la práctica de manera urgente y obligatoria. En resumen: Existe un coctel que debemos saber manejar, porque de lo contrario; está en peligro el destino de nuestra sociedad.

 

 

 

 


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