El Paro Camionero de Septiembre de 2024: Un Espejo de las Fragilidades en la Infraestructura y Economía Colombiana.

Editorial

El Paro Camionero de Septiembre de 2024: Un Espejo de las Fragilidades en la Infraestructura y Economía Colombiana.

El Paro Camionero de Septiembre de 2024: Un Espejo de las Fragilidades en la Infraestructura y Economía Colombiana.

 

Por: Ing. Abdón Sánchez Castillo -Master of Business Administration (MBA) Universidad de los Andes.

En la primera semana de septiembre de 2024, Colombia enfrentó uno de los paros camioneros más significativos de los últimos tiempos. Durante seis días, del 1 al 6 de septiembre, los principales gremios del transporte de carga decidieron detener sus actividades, una protesta que no solo paralizó literalmente a un país entero, sino que también expuso las vulnerabilidades profundas de nuestra infraestructura vial y logística. Esta medida de fuerza, aunque breve, dejó secuelas económicas y sociales que merecen una revisión cuidadosa para entender mejor las dinámicas del transporte y su impacto en la vida nacional.

El paro, originado por desacuerdos sustanciales sobre políticas de tarifas mínimas y subsidios al combustible, así como por demandas de mejoras en las condiciones de las carreteras, se convirtió rápidamente en un cuello de botella que afectó a numerosos sectores de la economía. Las primeras consecuencias se vieron en los supermercados y tiendas, donde los precios de productos perecederos comenzaron a dispararse ante la escasez inminente. Pero el impacto no se limitó a la inflación de los alimentos; también alcanzó a la industria manufacturera, que sufrió retrasos en la recepción de materias primas y la distribución de productos terminados, afectando la cadena de producción y ventas a niveles nacional e internacional.

Esta parálisis temporal de la logística reveló la excesiva dependencia del transporte terrestre de carga en Colombia, una nación donde más del 90% de la carga se realiza por carretera. La falta de alternativas viables, como el ferrocarril o el transporte fluvial, pone en evidencia una infraestructura de transporte desactualizada y poco diversificada, que no solo aumenta los costos logísticos del país, sino que también nos hace extremadamente vulnerables a paros y protestas de este tipo.

Es evidente que Colombia tiene una altísima concentración del transporte de carga por vía terrestre, y que por tanto los costos logísticos y de transporte se han venido incrementando. Entre otras causas tenemos: calidad y estado de las vías, la eficiencia y productividad del transporte terrestre, las restricciones, las frecuentes manifestaciones sociales que bloquean vías, la congestión vehicular, las prolongadas obras en algunas vías, y la insuficiente infraestructura, con vías en su gran mayoría de un solo carril. Todos estos problemas, aumentan en forma importante los tiempos de desplazamiento.

El retraso que se tiene en infraestructura, es consecuencia del descuido gubernamental durante muchas décadas, y que aún está presente en la actualidad, ya que la inversión en este sector, no parece ser prioritaria para el actual gobierno.

Según un estudio del FMI muestra que mientras en Colombia un viaje de 300 kilómetros por carretera tarda alrededor de siete horas, en España ese mismo recorrido tomaría menos de la mitad. La última medición del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra dónde están las carreteras más rápidas y lentas del mundo. Estas últimas están en los países más pobres como, por ejemplo, Colombia, Bolivia y Ecuador. Las más rápidas están, entre otros, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Francia. Situación que impacta directamente a la competitividad logística y de comercio exterior de Colombia. En América del Sur, llama la atención Chile y Argentina, como una de las pocas excepciones, seguramente por el nivel de inversión que estos países han hecho a lo largo de su historia reciente. Venezuela aún cuenta con un nivel aceptable, seguramente resultado de las grandes inversiones en infraestructura que se hicieron durante las bonanzas petroleras, antes de 1980, y que en ese momento, pusieron a dicho país al mismo nivel de los países del Este de Asia.

Vale la pena recordar estudios como el de Carlos Peña, Relación infraestructura-crecimiento Económico en Venezuela, 1950-2008, donde se comprueba la relación positiva entre la inversión en infraestructura y el crecimiento económico de un país.

Sin duda, para dejar de ser un país pobre, son muchos los obstáculos que debemos superar, y la gran inversión en infraestructura es uno de esos ineludibles aspectos a tener en cuenta. Sin vías o infraestructura alternativa no hay desarrollo ni economía que valga, eso lo comprobamos  una vez más en el último paro que tuvimos que sufrir los colombianos.


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