
La identidad digital es el único camino
La identidad digital es el único camino
Sebastián Alfonso Rueda Quesada
Consultor en derecho y tecnología
Sebastian.rueda@legalshield.com.co
https://www.linkedin.com/in/sebastian-alfonso-rueda-quesada-965a37129/
Una de las tantas citas que George Orwell nos dejó como regalo, traduce adecuadamente la problemática que enfrentamos cuando hablamos de identidad digital:
“Todo se disolvía en un mundo de sombras en el cual incluso la fecha del año era insegura”
Y es que los distintos esfuerzos del gobierno colombiano convergen en desarrollar políticas de gobierno digital, disminuyendo costos en trámites y acercando a la ciudadanía con los fines y servicios públicos. Sin embargo, varios problemas saltan a la vista en este proceso: i) la innegable brecha digital existente, ii) falta de capacitación por parte de la administración pública, iii) falta de recursos técnicos por la ciudadanía y, iv) dificultades para autenticar a los ciudadanos en los trámites y servicios. Lo primero que se debe advertir es que de seguro se pueden enlistar más de los cuatro problemas aquí expuestos, es un ejercicio enunciativo, más no limitativo. Lo segundo, que el inconveniente de la autenticación no es el más lesivo para el proceso de transformación digital, pero si el que se ha elegido tratar en este espacio.
Entrando en materia, una de las preguntas que más ha atormentado a los entusiastas del comercio electrónico y del gobierno digital es: ¿Cómo saber, si quien está al otro lado de la pantalla es quien dice ser? El interrogante es clave, pues si determinado acto se atribuye a una persona se producirán efectos jurídicos sobre el mismo, en ausencia de dicha atribución o, en una asociación errada, estaremos en ausencia de efectos o peor aún, efectos equivocados.
Volviendo a la pregunta, la respuesta regulatoria[1] consistió en fijar estándares de autenticación mediante firmas electrónicas. La respuesta técnica tampoco se hizo esperar, pues hoy día existen esquemas y sistemas de autenticación como el Public Key Infrastructure -PKI-, y formatos biométricos potenciados por el avance de los dispositivos móviles.
Sin embargo, el camino a este tipo de métodos está restringido. Y existe evidencia suficiente para pensar que será restringido por un tiempo, basta solamente con dimensionar el latente problema de la brecha digital para asumirlo. Entonces debemos celebrar que existan dichos mecanismos de autenticación para quienes puedan acceder a ellos, y exigir al sector privado rigurosidad en su aplicación, ya que las denuncias y noticias de suplantaciones podrían afectar la confianza colectiva. Pero aun cuando se celebra el esfuerzo del sector privado, es momento de reclamar obligaciones al público. El camino por seguir es el de constituir un verdadero programa de identidad digital para los ciudadanos, pues, de nada sirve modificar la normatividad vigente de gobierno en línea para bautizar su nueva cara con gobierno digital cada tantos años, si no existe una ruta clara para tener certeza de quien está al otro lado de la pantalla y dice ser pedro, es pedro.
[1] En Colombia la ley 527 de 1999 reguló la firma electrónica como género.
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