Planteando las políticas de desarrollo territorial: Porque es momento de actualizar el POT.
Planteando las políticas de desarrollo territorial: Porque es momento de actualizar el POT.
Buscando un punto intermedio entre urbano y rural
Cuando hablamos de un territorio urbano latinoamericano, se tiende a pensar en una imagen acompañada de adjetivos como moderno, caótico, gris, innovador, desarrollado, ruidoso. De la misma manera, cuando se habla de lo rural, aparece una imagen y vienen a la mente palabras como tradicional, tranquilidad, verde, agricultura, rezago, producción primaria, silencio.
Lo urbano y rural, representan extremos del amplio rango del continuum territorial, y explican una realidad en la que habita una minoría de la población latinoamericana. Los imaginarios urbanos y rurales responden a antiguos modelos que no nos permiten entender los procesos de transformación territorial que han ocurrido en nuestra región.
Cuando hablamos de ciudades, normalmente nos referimos a las grandes metrópolis del planeta, aunque estas representen una pequeña parte del universo urbano. En la segunda década del siglo XXI había en el mundo 442 ciudades de más de 1 millón de habitantes, y unas 10.000 ciudades entre 50.000 y 1 millón de habitantes. Esto significa que más del 60% de la población urbana vive en esa segunda categoría de ciudades que, han presentado en las últimas décadas crecimientos poblacionales y económicos mayores a los promedios nacionales.
En esta categoría han surgido los denominados territorios urbano-rurales como un tipo de ciudades intermedias en las que priman características económicas (actividades agropecuarias y agroindustriales), sociales, demográficas y culturales de sus áreas rurales circundantes, con las que además tienen un fuerte vínculo. Según RIMISP, cuentan con aproximadamente la tercera parte de la población de los países de la región (32% de la población en Colombia, 38% en México o 39% en Chile, por ilustrar algunos ejemplos).
Siete características de los territorios urbano-rurales:
- En el proceso de surgimiento de los denominados territorios urbano-rurales ocurren fenómenos de transformación estructural que se retroalimentan. Estos son algunos de ellos:
- Hay una provisión creciente de bienes y servicios públicos y acceso a comunicaciones, como producto del crecimiento poblacional.
- Las economías de subsistencia que antes representaban una gran porción de las actividades son reemplazadas por otras cada vez más productivas que atraen trabajo relacionado con sistemas productivos rurales, con especial desarrollo de la industria agrícola.
- Se diversifican los medios de vida y se amplía la oferta de empleo, generando un nuevo mercado laboral que busca nuevos trabajadores para actividades no necesariamente agrícolas: transporte, manufactura, procesamiento de alimentos, etc., que generan un aumento en los salarios de los trabajadores.
- La ampliación de las actividades impacta en los sistemas agroalimentarios, que se vuelven más complejos, porque se genera una modernización de procesos impulsada por la utilización de nuevas tecnologías que son financiadas con los mayores ingresos de las empresas.
- Aparece un comercio más especializado y la economía local amplía los flujos de interconexión con su espacio territorial inmediato y, en algunos casos, con el comercio nacional e internacional.
- Este dinamismo genera un proceso creciente de urbanización por la atracción de nuevos trabajadores y por el aumento del ingreso municipal en los territorios, que a su vez permite la adquisición de un mayor número de bienes y servicios públicos.
En esta dinámica de retroalimentación, la interdependencia territorial es absoluta: mientras las zonas rurales dinamizan las zonas urbanas, estos centros urbanos intermedios permiten que la transformación rural sea posible. Los vínculos que dan cuenta de la creciente interrelación entre áreas urbanas y rurales a partir de flujos de personas, bienes y servicios, son fundamentales para lograr que estas dinámicas de desarrollo rurales existan y puedan generar las condiciones para entrar en este ciclo de transformación estructural.
Entre las soluciones que se plantean desde la política pública a problemas urbano-rurales, se tiene el fortalecimiento de los vínculos urbano-rurales redunda en la formación de espacios de conexión donde se producen los intercambios socioeconómicos y se genera una identidad cultural e institucional que define el territorio como construcción colectiva. En este caso, la formación de territorio tiene una relación directamente proporcional al grado de vinculación.
Por lo general, las ciudades que hacen parte de este conjunto no tienen necesariamente problemáticas relacionadas con grandes poblaciones, segregación urbana, tráfico o grandes tiempos de desplazamiento. Sus desafíos están más relacionados con la falta de acceso a bienes y servicios públicos de calidad y al cierre de brechas territoriales con otras áreas más urbanizadas. Así que las potenciales soluciones desde la política pública deben tener este particular abordaje con enfoque territorial, que necesariamente pasa por analizar la funcionalidad de las relaciones territoriales.
En algunos países se está dando mayor importancia a la planificación territorial de escala intermedia a partir de áreas funcionales. Esto permite superar evidentes limitaciones de la escala municipal con el fin de acometer grandes iniciativas para estructurar el territorio. También facilita sobreponerse a restricciones en la escala estatal frente a la heterogeneidad y extensión del territorio, dar continuidad y coherencia territorial al ordenamiento municipal y poner en práctica los lineamientos de ordenamiento de mayor jerarquía.
Por ello hablar de periurbano, cuyo concepto se emplea para nombrar a los espacios que se sitúan en los alrededores de una ciudad y que, aunque no se emplean para el desarrollo urbano, tampoco se usan para actividades rurales. Este tipo de espacios permiten ciertos emprendimientos que, por diversos motivos, no se desarrollan en el centro de una ciudad. El depósito y tratamiento de la basura, la construcción y el funcionamiento de un aeropuerto y el desarrollo de galpones o espacios para guardar vehículos confiscados por las autoridades son algunas de las finalidades que puede tener un espacio periurbano.
Los espacios periurbanos, además, pueden ser empleados para el desarrollo de los denominados cinturones verdes o anillos verdes. Estas franjas ecológicas buscan proteger el medio ambiente, mejorar la calidad de vida en las ciudades ubicadas en sus cercanías y brindar una opción de esparcimiento y recreación próxima a los centros urbanos.
Existen otros conceptos que poseen significados muy similares o que suelen ser asociados o confundidos con el de periurbano, y son los siguientes: ciudad dispersa o difusa, extrarradio, exurbia, contorno de la ciudad, frontera campo-ciudad, territorios de borde, periferia urbana, suburbio y rururbanización. Es por esto, que los Planes de Ordenamiento Territorial, que deben plantearse en Colombia, en los diferentes departamentos, municipios y entes territoriales, deben tener en cuenta la realidad social en la cual se encuentran, poniendo de relieve el futuro de lo que serán estas zonas intermedias ubicadas entre lo urbano y lo rural.
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