Que el centro no solo sea una falacia de punto medio
Que el centro no solo sea una falacia de punto medio
“el centro”, como alternativa y camino político para el 2022,
Por: Juan Camilo Rojas Arias: Abogado candidato a Doctor, con Máster en derecho económico y políticas públicas e internacional (LLM), Especialista en derecho comercial con profundización en el área de derecho económico, internacional y de la administración pública.
Sabido es de Aristóteles que la virtud, como finalidad, descansa en el entretanto de dos extremos, de por sí viciosos —uno derivado del exceso y el otro por defecto—. Sin embargo, esta virtud tan bien defendida en la antigüedad, con el paso del tiempo ha mostrado sus desperfectos, a tal punto que puede constituirse como una falacia argumentativa en discusiones que se abordan con argumentos retóricos sobre asuntos que no son susceptibles de una demostración cuantitativa, es decir, debates que desarrollan posturas sobre la ética, la justicia y la sociedad, en los que podemos hablar de verosimilitud más que de verdad en sentido estricto.
Lo anterior, termina siendo relevante como eje de análisis, bajo un panorama político y social fragmentado, en el que “el centro”, como alternativa y camino político para el 2022, terminó por volverse en el as bajo la manga en este comienzo de estrategias electorales, esperando que bajo esta postura se recoja la mayor cantidad de consensos sociales y políticos. Lo preocupante es que esta tendencia solo resulte ser una medida de marketing para agrupar consensos y no una postura estructural que proponga y desarrolle una agenda diferente.
Al analizar ese movimiento de “centro" que se ha planteado, así como el efecto apurado de agrupación que ha generado en líderes políticos naturalmente radicalizados bajo un humanismo de papel y no de conciencia social, resulta válido recordar la máxima geométrica que señala que solo se puede dividir una recta en dos partes iguales conociendo antes cuáles son los dos puntos extremos, bajo esta lógica, existen dos falsos héroes -ubicados en los extremos- y un héroe situado en el punto medio de la realidad.
Aparentemente, la estrategia del punto permite encontrar la solución más virtuosa a un problema, o una realidad fragmentada, la cual esta cimentada de una apariencia de justa racionalidad que se expresa en una posición de agrupación – lo más amplia posible-. Mediante esta operación -socialmente deseable- se pueden agrupar, a su vez, extremos radicalizados que encuentran una oportunidad política de disfrazar sus intereses bajo una cortina de racionalidad ponderada como lo es el centro. En este camino de frágil unión, puede terminar por eludirse el debate sobre el fondo y hacer parecer desmesuradas a las partes adversarias que intentan abordarlo.
Esto irreductiblemente nos puede llevar a una verdad de antaño, en donde la armonía de una mayoría política frágil y en proceso de consolidación, nos dirige inconscientemente a sustituir lo correcto y la verosimilitud por el consenso, con la excusa de que garantizar la convivencia y la unión exige ceder por ambas partes.
Me preocupa que cuando alguien dice que la moderación exige adoptar posiciones centristas, se traduzca en una incapacidad en el obrar y terminemos por ceder en nuestra posición de cambio, que nos impida reducir nuestra deuda crítica con el pasado, deuda humana que solo se reducirá cuando enfrentemos la doble moral social y política que pulula por sectores de nuestra realidad, cuando abordemos de manera directa la indemnización general de las víctimas de la violencia, las acciones para cerrar nuestras brechas sociales y económicas, la reforma agraria, al sistema educativo, al sistema tributario, al sistema pensional, al sistema laboral.
Al final del día, son responsabilidades de tinte político y ético que todos los actores del país deben atender, sin distingo si se proclaman de derecha, de izquierda o de centro. El debate debemos darlo y las decisiones debemos tomarlas, desde la ideología seguida, lo que no podemos aceptar, es que bajo el auspicio del centro y el consenso no se discuta de fondo la agenda social y política que requerimos en el futuro en nuestro país y sobre todo en una realidad posterior a este tiempo de pandemia.
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